Parémonos a pensar por un momento en la cantidad de veces que sufrimos pensando en cosas y situaciones que, en realidad, no han pasado.
Sí, me refiero a los famosos “y si…” que son capaces de hacernos viajar milagrosamente al futuro y nos dan el “poder” de adivinar lo que va a suceder.
Lo peor de esto es que por lo general no nos llevan a escenarios precisamente agradables, sino que se convierten en motivo de angustia y preocupación innecesaria.
¿Lo vemos con un ejemplo?
Soy madre de una adolescente. Y se acerca el final de curso.
Imagínate que mi hija está en una situación de incertidumbre en cuanto a si recuperará las asignaturas suspensas o si, por el contrario, tendrá que repetir.
Tengo una reunión con su tutora en la que ella me expone y me explica esto.
Y ahí estoy yo, generando pensamientos del tipo:
“¿Y si esto está pasando porque soy una mala madre y no he sabido acompañarla de la manera adecuada?
“ Y si es incapaz de acabar la ESO por mucho que lo intente y no encuentra jamás un buen trabajo?”
“Y si repite y no se adapta a su nueva clase y se queda sin amigos y lo pasa fatal?
Y si, y si, y si…
En resumen: lo que me está contando, en este caso la tutora, activa en mí una emoción: miedo. Y este miedo me lleva a un futuro feísimo. ¡Pero es que además es un futuro que no existe!
Y por si fuera poco, es posible que hasta entre en una dinámica de presión hacia mi hija, en la que le insisto de un modo agobiante en sus estudios, la vigilo y, cómo no, le transmito todo ese miedo que me invade a mí en este momento.
Pues en esto consisten los futurismos catastróficos que tanta pupa nos hacen a lo largo de nuestra vida y en todo tipo de situaciones…
¿Cómo se trata este fenómeno desde la Comunicación no violenta?
Manteniéndonos en el presente y ejerciendo, exclusivamente desde ahí, una observación objetivade la situación. Es decir: en este momento no sé si mi hija pasará de curso o no. Nada que vaya más allá de eso puede considerarse presente. Y desde ahí redimensiono y me hago consciente de la “realidad real”. Este primer paso en sí mismo nos aleja de diálogos internos negativos y de escenarios no existentes. Porque adaptamos nuestra preocupación a la única realidad que existe: la presente.
Escucha activa. Y aquí entra en juego una doble escucha: la dirigida hacia mí y mis sentimientos y necesidades y la que dirijo, en el caso del ejemplo, a la tutora. Escucho sin dejar de escuchar y, desde ahí, aparecerán las soluciones constructivas.
¿Te gustaría aprender a ejercer esta doble escucha y, entre otras cosas, reducir la aparición de futurismos catastróficos?
Pues mantente pero que muy atento, porque a ello le dedicaremos parte de todo lo que vamos a hacer en la Escuela de Verano que comienza en julio!
Pronto daré mucha más información y tú serás el primero en saberlo, te lo prometo…
¡Qué ganas de contártelo todo!
Un abrazo enorme,
Elena.
ELENA DIEGUEZ BASALO, Calle Bulevar de Cuarte 3 piso 4 A , 50410 Cuarte de Huerva, Zaragoza, Spain