Este es el tercer mail que voy a dedicarle a las preguntas de autoevaluación a la que nos invita Marshall Rosenberg y que hace unas semanas te compartí en un Pdf.
Después de plantearte aquellas relacionadas con la consciencia desde la que nos comunicamos, ahora vamos a centrarnos en chequear nuestro pensamiento mediante su correspondiente pregunta.
Ahí va:
¿Hay juicio, exigencia o culpa en mi pensamiento hacia mí o hacia los demás?
Lo más habitual es que ante situaciones que no nos gustan o nos hacen sentir mal, en nuestra cabeza aparezcan pensamientos cargados de juicio y creencias.
La CNV nos invita a observar esto para que no acabe tomando el control de nuestra comunicación y evitar que esa energía nos invada.
Uno de los motivos para desarrollar una observación objetiva de nuestro pensamiento es que casi todos estamos acostumbrados a que, a lo largo de nuestra vida, nos hayamos encontrado con un dedo que nos acusa con juicio hacia nuestros actos y sentimiento de culpa.
Es decir, cuando hemos hecho algo en principio erróneo, por ejemplo en nuestra infancia o adolescencia, nos lo han hecho saber de un modo muy poco amable. Y esto hace que seamos especialmente susceptibles a la energía del juicio.
La saturación resultante nos hace “saltar” desde el piloto automático, sacando también el dedo que acusa, a no ser que hayamos trabajado mucho este aspecto.
Pero tenlo claro: cuando en nuestras palabras hay juicio, es imposible tener una conversación tranquila. Por el contrario, esta probablemente acabe en conflicto y malestar para ambas partes.
Así que ser conscientes de esta construcción que hace nuestro cerebro es un paso importante para alcanzar soluciones beneficiosas para todos.
De otro modo, acabaremos en una especie de batalla de juicios que nos alejan de la empatía y la comprensión.
Veámoslo con un ejemplo:
Tengo un amigo que siempre llega tarde.
Hemos quedado a las 8 y a las 8:15 no ha llegado.
Yo me siento molesta porque no me ha avisado de su retraso.
Y ahí pueden aparecer pensamientos del tipo:
-”Es un desconsiderado”.
-”Mi tiempo y yo le importamos un carajo”
¿Qué haría desde la CNV? Identificar la carga de juicio que hay en mi pensamiento y traducirla en palabras que no la contengan y afronten la situación desde la objetividad.
Y entonces, cuando mi amigo llegue, en lugar de “echarle la bronca” y hacer que se sienta atacado, le diré:
-Si es algo puntual: “¿Qué te ha pasado? Por favor, cuando suceda algo similar te agradecería que me avisases, porque estaba intranquila”.
-Si es algo recurrente: “No es la primera vez que pasa esto. Y la verdad es que me gustaría que me avises para tenerlo en cuenta y organizarme”.
Es decir, no buscaré culpables. Y desde ahí, expresaré mis valores desde la serenidad y favoreceré una conversación enriquecedora para ambos.
Te invito a practicar esta habilidad durante esta semana en situaciones de este tipo.
De momento doy por finalizada la serie de mails dedicados a la autoevaluación.
Pero te recuerdo que en el Pdf que te envié hace unas semanas tienes todas las preguntas que te puedes hacer para seguir trabajando.
Los próximo domingos los dedicaremos a los clásicos conflictos que surgen en las reuniones familiares navideñas.
El 24 y el 31 de diciembre, te voy a compartir dos ejercicios muy sencillos para afrontar estas situaciones desde las habilidades que nos aporta la CNV.
¡Así que atención, que te ofreceré herramientas muy útiles para esta época del año!